Simposio Internacional en torno al Documento
Universidad de San Francisco de Quito
Doctora. María Fernanda López
Street Art & Memoria Gráfica
La intervención urbana como registro
“No hay archivo sin un lugar de consignación, sin una
técnica de repetición y sin una cierta exterioridad. Ningún archivo sin
afuera.”
Jacques Derrida
La
presente reflexión pretende indagar sobre aquella dimensión compilatoria,
documental y conmemorativa que puede advertirse en el arte urbano. Para este
efecto hemos seleccionado la obra gráfica del artista mexicano Vlocke quien
mantiene una producción sostenida, y una clara línea política en su hacer desde
el año 2006 aproximadamente. Sostemos la hipotesis de que el arte urbano
constituye en si mismo una practica de archivo. Nos nos referimos con ello a
las grandes colecciones de fotografia que registran imagenes a nivel mundial,
sino a los ejercicios creativos relizados por graffiteros en diversos
contextos. Estas intervenciones configuran verdaderos testimonios
autobiograficos, documentan la forma de vida en la urbe y ponen en evidencia
los malestares comunes. Para la argumentación teórica incorporaremos los textos
“Mal de Archivo” de Jacques Derrida, “Historia y Memoria” de Paul Ricoeur,
“Critica cultural entre politica y poetica” de Leonor Arfuch y Street Art de
Johannes Stahl. Diremos entonces que las líneas argumentales de este trabajo
serán: el archivo, la gráfica urbana y la memoria.
Esta investigación responde también a una necesidad de
reflexión y seguimiento respecto al creciente fenómeno de arte urbano. Su
resonancia e innegable potencia dialógica con el entorno. México DF., al igual
que una multiplicidad de ciudades latinoamericanas, se presentan como caldo de
cultivo para la proliferación de este tipo de exploración creativa. Debido a
las particulares condiciones geográficas, políticas, económicas, sociales y
demográficas de la urbe contemporánea, esta exploración creativa se abre paso.
Este particular modo de asumir la ciudad replantea en gran medida los
mecanismos sociabilidad frente a esta.
Hablar de arte urbano, street art, arte de la calle o arte callejero
como se lo denomina comúnmente,
nos remite a un tiempo presente. Un aquí y ahora, incluso efímero, por las
características propias de estas intervenciones en el espacio público. Sin
embargo si observamos detenidamente podremos advertir diversas iconografías
plasmadas en stickers, estencils y “pintas”, en términos de Ricoeur estas serian verdaderas “marcas” en el
escenario citadino. Estas representaciones se insertan en el plano colectivo
generando un acto de rememoración y como bien señala la investigadora argentina
Leonor Arfuch “La memoria esta naturalmente enlazada a la imagen” (Arfuch:2007)
de tal forma, se crea una especie de testimonio para la posteridad mediante
esta iconografía. En este sentido si observamos la obra de Vlocke, cuya
temática transita entre los cuestionamientos sobre la violencia en el México
contemporáneo y la lucha por la supervivencia en las grandes metrópolis.
Pasando también por la reivindicación de la presencia de los pueblos indígenas,
la insatisfacción popular dejada por los pasados comicios en México y la
proliferación de la guerra del narcotráfico. Nos encontramos con una suerte de
codificación y huella del acontecer local y global.
Cada acción en el espacio público responde a la imagen de un
acontecimiento. Este sistema de inventario se define en personajes, iconos y
emblemas. La gráfica que nos presenta Vlocke convierte a la calle en un espacio
de archivo público. No existe un orden, una intencionalidad, pero si la
búsqueda de presencia y la necesidad de provocar un llamado de atención. Las
intervenciones sistemáticas de Vlocke a lo largo de la Ciudad de México, Oaxaca
y en diversas ciudades de América Latina como Bogotá, Quito o Lima presentan
una verdadera documentación itinerante. “El Silencio Mata”, es un esténcil
dejado al azar por distintas zonas del centro de Oaxaca y DF. Esta figura
femenina conjuga en su propio trazo el anhelo por el cese al alto grado de
inseguridad y violencia generalizada en el país. No se trata de una
estadística, un ensayo, o una noticia; es un pálpito grafico que denuncia esta
grave situación. Quien observe este rostro inmediatamente tendrá un
recordatorio de lo que esta sucediendo. Se suspende el silencio. Nos encontramos así con la presencia de
un archivo accidental, un tropiezo con aquella memoria que necia se niega a
perderse. Una huella en los muros, entre la bulla y el asfalto. Esta es también
una forma de comunicación no oficial que puede pertenecer a todos, esa es su
naturaleza, la accesibilidad, la conexión con el transeúnte. Como sostiene
Derrida “en estos tiempos no se vive de la misma manera lo que ya no se archiva
de la misma manera.” (Derrida:1994).
Intencionadamente no he querido darle un orden especifico a las imágenes
y he decido dejarlas en una secuencia para ensayar ese encuentro accidental,
que se tiene en la urbe. Así que podrán observar la obra citada conforme avanzo
con mi intervención. “El árbol de la resistencia” trazo realizado siempre en
aerosol, es casi el “tag”, es decir la firma característica de Vlocke. Esta
ilustración se va dejando en aquellos lugares donde han sido cortados o
eliminados los arboles en la ciudad. Este ejercicio creativo suple el vacío, y
la mutilación de los espacios verdes en las grandes capitales. Alrededor de 800
arboles de la resistencia han sido plasmados en México Distrito Federal,
Puebla, San Cristobal, Quito,
Lima, Cali, Quetzaltenago, entre otras ciudades nos cuenta Vlocke. La sencillez
de este dibujo contrasta con el poder del mensaje. Como su nombre lo indica el
árbol de la resistencia, define un inventario de aquellos arboles que han sido
talados. Es un llamado de atención sobre los atentados contra el medio
ambiente, que se han generalizado.
Como se observa, la imagen rebasa el poder
del texto, las intervenciones graficas se vuelven relatos, archivos abiertos.
En este sentido los referentes detallados en la presente ponencia, subvierten
la relación en ciertos casos restrictiva en torno al documento ya que se
produce un encuentro espontaneo, no es necesario acudir al archivo, este se
encuentra diseminado. El documento ha dejado de ser un reducto de la escritura,
hoy en día. La memoria ha cambiado de soporte, ha salido al exterior. En el “Mal
de archivo” Derrida ya da cuenta de las llamadas rupturas del lenguaje y la
extensión a nuevas formas de acopio y producción de documentos.
Sobre
la memoria y la calle
“Con la memoria,
a diferencia de la fantasía, la marca del antes y el después
se deposita en la
cosa evocada. Esta marca no anula el primer enigma, el de la
presencia de
lo ausente, sino que lo extiende en cierta forma en el
tiempo.”
Paul Ricoeur
La
obra de Vlocke, nos habla de experiencias de memoria, entendida esta no como el
acto mecánico de repetición sino, el de evocación, ese proceso interno de
mantener un hecho pasado aun en el presente. El arte de invocar, como génesis
de la gráfica que presentamos aquí. Este archivo se configura abierto, debido a
las innumerables interpretaciones que realiza el transeúnte que se ve avocado
al encuentro con estas presencias. Depositar estas practicas creativas en la
calle constituye un acto político de selección de recuerdos, no desde la
oficialidad sino desde y para el colectivo. Estas evidencias dejadas al azar
utilizan los muros como soporte, el documento visual como lo llamaremos, se
mira como el contenedor de demandas y prerrogativas de distintos sectores
sociales.
Otra de las imágenes que comparto en esta cita es “Rata televisiva” que
alude a la insatisfacción popular por el desempeño de las autoridades oficiales
en materia electoral. Se trata de un esténcil que ha sido colocado sobre la
propaganda política del partido, del hoy en día presidente mexicano. Esta
intervención corresponde a una serie de actos realizados por la sociedad civil.
Desde la reflexión individual se genera este recuerdo, esta marca que dejara
sentado este proceso de descontento colectivo. Vlocke detona entonces esta
narrativa visual, que conjuga su propia voz con la del otro. “Que el Street Art
surja en el espacio público no es casualidad, ya que, como modo de actuación
espontáneo, supera los límites de los códigos de comportamiento establecidos y
de esta forma se convierten en objeto de debate permanente; y con ello, también
se convierte en una cuestión política. Por otro lado, el Street Art aparece a
menudo como reacción consciente a los cambios que se producen en el aspecto
exterior del espacio público.”
Por tanto, la calle se convierte en un reflejo mismo de esta memoria.
Desde la búsqueda personal y otras veces como el resultado de procesos de
critica conjunta, como su ultima participación en la Convención Nacional contra
la Imposición realizada el año pasado
en Oaxaca, o como parte del Tercer Coloquio Construcción Utópica y Lucha Social
realizado en la ciudad de Xalapa el trabajo de Vlocke mantiene un sesgo hacia
el apuntalamiento de una memoria colectiva y las reivindicaciones de los
movimientos sociales. Al respecto citamos a Leonor Arfuch “en este deseo del no
olvido colectivo, y quizá como su contracara necesaria, se afirma el propio
artista como archivador”. (Arfuch: 2007)
Y es precisamente este oficio de archivador, el que se va realizando al
momento de participar directamente en estos procesos de reinvindicación.
Resalto pues la importancia de lenguajes como el graffiti y el esténcil en
varios momentos de convulsión social y su acompañamiento en procesos de cambio.
“Yo soy
la resistencia indígena”, “A la basura Televisa” “El agua es oro” son
intervenciones que aluden sin duda a hechos específicos. La lectura de estas
iconografías esta diseñada para funcionar independientemente del lugar donde se
realizan, es decir la composición de sus elementos puede ser familiar en
distintos contextos. La dimensión reflexiva se resuelve en la articulación
discursiva de esta propuesta gráfica y su propósito es detonar el recuerdo,
activar la memoria. Podemos decir incluso que el arte urbano suscita procesos
de masificación de la memoria.
Dimensión política
“De un modo o más o menos secreto, más o menos público, los
símbolos de las paredes contribuyeron siempre a la creación de opinión o, por
lo menos, a la agitación.”
Johannes Stahl
Cabe en este acápite cuestionarse sobre la dimensión política de este
proceso de inventario visual, al respecto señala Shantal Mouffe “todas las prácticas artísticas tienen una
dimensión política porque contribuyen bien a reproducir un sentido común
establecido, bien a subvertirlo. En otras palabras, en tanto que las prácticas
artísticas y culturales son un terreno importante donde se construye una cierta
definición de la realidad y donde se establecen formas específicas de
subjetividad no hay posibilidad de que una o un artista sea apolítico o de que
su arte no tenga alguna forma de eficacia política.” La intencionalidad del arte urbano en muchas ocasiones
esta dado por la necesidad de visibilidad dentro de un sistema simbólico dado
por todos los actores que forman parte de este campo. En este contexto la
estrategia de reincidencia planteada por Vlocke como manifestamos anteriormente
lleva un ánimo de provocar un momento de evocación. En algunos casos de forma
directa como en “Los 3 de la revolución” o mediante la sutiliza como en “Abrazo
gratis” la necesidad conmemorativa y el encuentro con la huella que detone el
recuerdo configuran la posibilidad de acercarse a los hechos desde otras
miradas. Desde la marginalidad esta práctica voluntaria de registro altera el
escenario cotidiano.
Esta alteración del orden, esta provocación visual encuentra su
efectividad en la apropiación del espacio público para plasmar su presencia.
Desde una estética otra, esta producción iconográfica subalterna logra
emanciparse al circular libremente por toda la urbe. Su capacidad de tránsito y
distribución de simbología en todas las esferas de la ciudad sin concesiones ni
cooptaciones de ningún ente regulador. Romper con la línea oficial de
producción de discursos y sentido es en si parte de esta dimensión política de
la que hablamos. El origen de
estas imágenes no es otro que la necesidad de visibilidad y confrontación con
la esfera social, de denuncia y presencia. No hay pretensiones de legitimidad
ni valoración, simplemente se quiere circular desde el sentido y la
configuración de una gráfica determinada.
Para concluir diremos que la investigación respecto al arte urbano debe
mantener una línea abierta y trascender su propio repertorio, objetos de
estudio como el graffiti exigen hoy en día nuevas miradas e interpretaciones
multidisciplinarias. En esta ocasión la reflexión se centro sobre su dimensión
documental y como pudimos ver, el artista urbano en los actuales momentos se
convierte en un archivero y compilador de su propio tiempo e inquietudes
colectivas. Por otra parte la capacidad comunicacional y su estratégico poder
de circulación convierten al arte urbano en una de las nuevas formas de crear
inventarios, la producción de iconografías desde este campo de creación son
extensas y el trabajo presentado de Vlocke da cuenta de ello.
El graffiti, el Street art constituyen otra forma de
recopilación de la memoria, son hechos colectivos y su capacidad comunicacional
es innegable. Manifestaciones como las aquí analizadas son un reducto de estos
espacios otros para el registro y archivo de las actuales circunstancias. La
calle siempre será en si misma un documento en continua construcción.
Otras intervenciones de Vlocke
No hay comentarios:
Publicar un comentario